Si no tiene nada, déjala en la escena y vámonos. Es mayo del 2019 y está lloviendo en el Valle de México. Hemos llegado al centro de la ciudad en respuesta a un llamado para atender a un golpeado; eso reportaron por la radio, un golpeado, pero al llegar, un poco antes de las cuatro de la mañana, nos encontramos con una mujer sentada en la banqueta con una laceración en la ceja y el torso descubierto. Uno de los policías que nos observan desde lejos se acerca para informarnos con voz indiferente que la paciente dice que la violaron tres hombres, y luego vuelve a recargarse en la patrulla.
Me abro paso entre los mirones y me acerco a ella con cuidado de no apresurar mis movimientos. Tras un largo silencio, accede a que realicemos la valoración dentro de la ambulancia para que no sigamos en vía pública y debajo de la lluvia, pero dice con voz quebrada que no quiere ir a un hospital, que es trabajadora sexual y ya no quiere más problemas. Me quedo sin nada que decir. Intento entonces recordar los lineamientos de atención para estos casos, o tal vez algo de información útil para ella en este proceso.
Intento recordar si lo vimos en clase, en alguna simulación, si lo leímos o lo mencionamos siquiera. Nada. Y ella no permite que le tomemos los signos vitales; no deja que la toquemos. Además de la laceración en la ceja y algunas contusiones, no tiene ninguna otra lesión visible, ni señales de inestabilidad fisiológica. Entonces el jefe de servicio se asoma desde al asiento del copiloto y dice que si no tiene nada, la dejemos en la escena y nos vayamos de ahí. Cuando él termina la frase, ella mira fijamente hacia la ventana y se esfuerza por no parpadear.
Esta es la historia posterior a tan solo una de las 2,899,000 violaciones que se estima que ocurrieron en la República Mexicana durante el 2019. Este es uno de los casos que formará parte del 99.4% de violaciones no denunciadas en el país. Al igual que ella, una en cada tres mujeres en Latinoamérica sufrirá de violencia sexual en algún momento de su vida. Y aunque Margaret Chan, Directora General de la OMS haya declarado que la violencia sexual “es un problema de salud global de proporciones epidémicas”, este sigue siendo un tema invisibilizado en la formación, la capacitación continua y la operación diaria de los profesionales en atención médica prehospitalaria.